Elena
Garro sabía reconocer la voz de la tierra.[1]
Más allá del esfuerzo poético que se refleja en su obra, la precursora del
realismo mágico[2],
aunque no gustaba de este mote, orientó su trabajo literario a plasmar la
realidad del pueblo y de la mujer. Es una voz fuerte, transgresora, y
seguramente una de las mejores escritoras, y de las más importantes, del siglo
XX.[3]
Elena Garro se caracterizó por su personalidad revoltosa y perspicaz. Amalá
Saint-Pierre la describe como una escritora muy interesante en esta época en
que hablamos de lo híbrido y lo multicultural y señala que Garro creció en
contacto con el mundo campesino, el mundo indígena, con la naturaleza y desde
luego con los cuentos de brujas, de fantasmas y de magia que se mentan en la
tradición oral popular de México.[4]
Quizás por esto Los recuerdos del
porvenir[5]
es una obra que parece bailar entre lo onírico y lo real, y que recrea toda
la cotidianidad de una cultura.
El
16 de diciembre de 1916, Elena Garro nació en Puebla, México en el seno de una
familia alegre que la protegía y la amaba en demasía.[6]
De su infancia se conoce poco, pero su matrimonio con Octavio Paz fue uno de
los más citados en la historia de la literatura mexicana. Fue un ramo de
camelias, según Mihaela Comsa, el que la acercó en 1937 al poeta, quien fue su
esposo durante 22 años. Relación tumultosa y conflictiva en la cual se unieron
dos personalidades “fuertes, intransigentes y severas”.[7]
Se divorciaron en 1959, pero fue el mismo Octavio Paz quien la instara a
escribir. Garro escribió en todo el espectro literario y periodístico: teatro,
novela, poesía, reportaje, entrevista y crónica, son los géneros que la crítica
le han adjudicado como más prolíficos.[8]
Dice Comsa que Elena Garro fue “una
de las escritoras mexicanas más controvertidas. Amada y odiada, adulada y
repudiada”.[9]
Sin embargo, Lucía Melgar en Amalá Saint-Pierre concluye que “Elena Garro es
comparable con Juan Rulfo y con Gabriel García Márquez en sus mejores momentos”.[10]
La efervescencia de su carácter no limitó su capacidad creadora y creativa, y a
pesar de haberse relegado como la exmujer de Octavio Paz, es reconocido su
trabajo a nivel internacional.
Vale la pena mencionar que Garro se
autoexilió de México a finales de la década de los 60, luego de que un
periódico malversara sus palabras con respecto al movimiento estudiantil de
1968. Este hecho la hizo mantenerse durante muchos años como ciudadana del
mundo, viajando constantemente entre España, Francia y de vuelta a México.
Comsa, en Elena Garro, personaje de su
existencia, cita las palabras que le valieron a Garro el rechazo de la
comunidad intelectual mexicana y el exilio al cual ella misma se sometió:
Yo
culpo a los intelectuales de ser cuanto ha ocurrido. Estos intelectuales de
extrema izquierda que lanzaron a los jóvenes estudiantes a una loca aventura…
que ha costado vidas y provocado dolor en muchos hogares mexicanos. Ahora, como
cobardes, esos intelectuales se esconden… Son los catedráticos e intelectuales
izquierdistas los que los embarcaron en la peligrosa empresa y luego los
traicionaron. Que den la cara ahora. No se atreven. [11]
Comsa afirma que esta declaración le
valió el repudio, el rechazo y la humillación y por ella fue considerada
traidora al movimiento estudiantil. Lucía Melgar, por su parte, señala que este
rechazo influye de manera importante en la carrera de Garro como escritora
causando que se autoexilie y huya de México, hecho que causó en ella gran
angustia.[12]
No está de más traer a colación que
Elena Garro siempre mantuvo contacto con los sectores precarios de la sociedad
mexicana. Ella buscaba visibilizarlos por medio de la denuncia pública o su
trabajo periodístico. Melgar, en Saint-Pierre, indica que Garro estuvo
involucrada en los movimientos campesinos en la década de los 50, y que debido
a los problemas de tierras en México, ella los ayudaba a recuperarlas; cosa que
se tomaba bastante personal y que le trajo muchos problemas políticos. Era
monarquista y anticomunista, pero a la vez defensora de Zapata y de Villa (7).
Esta postura intransigente y
contestataria la llevaría a Garro a escribir sobre temas políticos y sociales.
Un claro ejemplo de esto es la obra Los
recuerdos del porvenir. Esta novela fue publicada en 1963, aunque la autora
lo escribió entre 1952 y 1953.[13]
El tema: Ixtepec, un pueblo asediado por una guerra civil interna, y todo lo
que con ello acontece. Narrada con la voz de la tierra, con la voz del pueblo,
esta novela transcurre con nostalgia, melancolía y sentimiento de abandono, al
que los habitantes están ya acostumbrados. Dividida en dos grandes partes, la
primera cuenta una historia de amor imposible y la segunda cómo el pueblo busca
liberarse y pierde con ello.
Rosana Peralta Macías afirma que Los recuerdos del porvenir es una
historia de anhelos incumplidos, donde todo un pueblo pierde la ilusión y el
porvenir a raíz de la revolución, a la que culpa de sus males. Es la tierra la
que habla y cuenta con amalgama de narrador omnisciente y narrador testigo cómo
transcurren los incidentes cotidianos, a veces trágicos, a veces cómicos, a veces
desgarradores, de esta comunidad. Resaltan personajes particulares, como el
presidente Juan Cariño, la niña Isabel Moncada (quien es uno de los elementos
más importantes y trágicos de la historia), Julia Andrade, Dorotea y el general
Francisco Rosas. La trama transcurre parsimoniosamente con una narración única
y cargada de poesía. Inclusive las conversasiones llegan a mostrarse como
poemas dialogados:
-Guarde
mi secreto. La codicia del general es insaciable. Es un librepensador que
persigue la hermosura y el misterio. Sería capaz de tomar una medida
persecutoria contra el diccionario y provocaría una catástrofe. El hombre se
perdería en un idioma desordenado y el mundo caería convertido en cenizas.
-
Seríamos como los perros – explicó la Luchi.
-
Peor aún, porque ellos han organizado sus ladridos aunque a nosotros nos
resulten incomprensibles. (61)
El
narrador, que es aquí testigo de todo lo que acontece en Ixtepec, concibe a los
personajes como elementos poéticos. Los romantiza, los construye como un ente
que es parte de la misma tierra, parte de una identidad única que se ramifica
únicamente desde las percepciones particulares de los personajes. Es aquí donde
Juan Cariño, personaje entrañable de la novela, deja ver la percepción única de
lo que consideran trágico, aún estando rodeados de desolación y desesperanza:
-
¿Y cómo no he de serlo si ellos (los diccionarios) encierran toda la sabiduría
del hombre? ¿Qué haríamos sin los diccionarios? Imposible pensarlo. Ese idioma
que hablamos sería ininteligile sin ellos. “¡Ellos!” ¿Qué significa ellos?
Nada. Un ruido. Pero si consultamos el diccionario encontramos: “Ellos, tercera
persona del plural”. (57)
Juan Cariño, seguramente el
personaje más curioso de la novela, ve en los diccionarios y en la cultura la
salvación de este pueblo que está siendo acechado por la constante tragedia y
pesar. Siendo él el chulo de las cuscas del pueblo, las culturiza y está
constantemente buscando la manera de hacer valer las cuestiones lingüísticas,
como poeta frustrado de la historia, como un personaje desquiciado y al mismo
tiempo enamorado de su propia locura, pues sabe que esa misma es la que lo
convierte en un ser único en el pueblo.
Dejando atrás a Juan Cariño, la
historia ocurre en este pueblo que se ha caracterizado por personajes como
Dorotea, las Marías, y la familia Moncada. Esta última está constituida por los
hermanos Isabel, Nicolás y Juan, y los padres Martín y Ana Moncada. Ellos son,
si de alguna forma pudiese establecerse categóricamente, la familia principal
de este relato. Y digo “si pudiese establecerse categóricamente”, porque el
papel principal lo juega la tierra, el pueblo, su suelo y sus accidentes. Es la
voz de la tierra la que habla en esta obra, un narrador particular que cuenta
casi desde sus percepciones subterráneas las vibraciones de lo que afuera
sucede:
Aquí
estoy, sentado sobre esta piedra aparente. Sólo mi memoria sabe lo que
encierra. La veo y me recuerdo, y como agua va al agua, así yo, melancólico,
vengo a encontrarme en su imagen cubierta por el polvo. (…) Yo supe de otros
tiempos: fui fundado, sitiado, conquistado y engalanado para recibir ejércitos.
Supe del goce indecible de la guerra (…). Después me dejaron quieto mucho
tiempo. Un día aparecieron nuevos guerreros que me robaron y me cambiaron de
sitio. (9)
Es desde la primera página que se
distingue claramente que es la tierra la voz que narra lo que acontece en la
cotidianidad de los pobladores. Los personajes son la historia, la voz es la
tierra, el espacio físico. Elena Poniatowska afirma en La partícula revoltosa que Garro sabía hablar en nombre de la
tierra y de su gente y es así que tras una historia que mezcla amor, tragedia,
guerra, muerte, dolor y traición, que el último capítulo de la novela concluye
con la misma voz, haciendo énfasis en que quien ha narrado los hechos no es
nada más que quien tiene encima esta piedra aparente:
Pasaron
las semanas y los meses, y como Juan Cariño nosotros nunca más volvimos a ser
nosotros mismos. También Francisco Rosas dejó de ser lo que había sido (…) Aquí
sigue la piedra, memoria de mis duelos y final de la fiesta de Carme B. De
Arrieta. Gregoria le puso una inscripción que ahora leo. Sus palabras son
cohetes apagados. “Soy Isabel Moncada, nacida de Martín Moncada y Ana Cuétara
de Moncada, en el pueblo de Ixtepec el primero de diciembre de 1907. En piedra
me convertí el 5 de octubre de 1927 delante de los ojos espantados de Gregoria
Juárez. Causé desdicha a mis padres y la muerte de mis hermanos Juan y Nicolás.
(…) Aquí estaré con mi amor a solas como recuerdo del porvenir por los siglos
de los siglos. (286)
Elena Garro es esa voz. La voz de la
historia de México. Esa poesía que emana la cotidianidad. Ese elemento, esa
piedra aparente que muere y resucita como en su biografía. Los recuerdos del porvenir es sin duda una pieza magistral de la
literatura mexicana, y con estas palabras, las piedras aparentes semejan el
habla mientras se sigan descubriendo las voces precarias que buscan ser
escuchadas.
2 Amalá
Saint-Pierre indica que así se le ha catalogado a la mexicana. Otras fuentes lo
confirman con la prueba cronológica de que Los
recuerdos del porvenir fue
publicada en 1968, cuatro años antes que Cien
años de soledad, de Gabriel García Márquez; esta última, novela consagrada
como inauguración del realismo mágico.
3 Diferentes
autoras, como Saint-Pierre y Poniatowska, aseguran que el legado literario de
Garro es importante a nivel histórico y literario. Incluso afirman que de no
haber sido por la sombra de Octavio Paz, o por el incidente con los
intelectuales en el 68, Garro hubiese sobresalido mucho más en vida.
4 Saint-Pierre,
Amalá. "Elena Garro, heroína trágica entrevista a Lucía Melgar." Los Perros. Abril de 2012: 4-11.
Universidad Católica de Chile. Septiembre de 2012. http://teuc.cl/pdf/los_perros_entrevista_melgar.pdf.
10 Saint-Pierre,
Amalá. "Elena Garro, heroína trágica entrevista a Lucía Melgar." Los Perros. Abril de 2012: 4-11.
Universidad Católica de Chile. Septiembre de 2012. http://teuc.cl/pdf/los_perros_entrevista_melgar.pdf.
12 Lucía Melgar, en
Saint-Pierre, afirma que este exilio de más de 20 años influyó primero en sus
publicaciones y la hizo vivir con miedo, sobre todo del 74 en adelante. En sus
cartas se leen grandes problemas económicos y mucho miedo. Hasta los 80, en
México se siguió hablando de ella como una conspiradora.
13 Rosana Peralta
Macías afirma que Los recuerdos del
porvenir fue escrita entre 1952 y 1953, pero fue publicada hasta 1963 con
la editorial Joaquín Mortiz, mismo año en que ganó el premio Xavier
Villaurrutia como la mejor novela. También agrega que esta novela fue rechazada
previamente por las editoriales Seix Barral, de España, y Fabril, de Argentina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario