jueves, 3 de julio de 2014

Un acercamiento a la narrativa breve de Clarice Lispector: El vía crucis del cuerpo

La narrativa de Clarice Lispector ha sido desde los años 60 objeto de estudio de críticos e investigadores de la literatura brasileña e hispanoamericana. Aunque desde la publicación de su primera novela, Cerca del corazón salvaje[1], publicada en 1944, Lispector gozó de cierta relación amor-odio con la crítica de su país, diversos estudios críticos sobre su narrativa, sobre todo en Francia[2], le hicieron ganarse un puesto reconocido en el imaginario literario de Brasil y también en los círculos literarios internacionales.
Clarice Lispector nació en Ucrania en 1920[3] y poco después de haber cumplido un año de edad, se trasladó con su familia, de origen ruso y judío, al noreste de Brasil, específicamente a Maceió. Luego de algún tiempo se mudaron a Recife, siempre en el noreste brasileño, para instalarse a los 14 años en Río de Janeiro. Desde temprana edad, Clarice se interesó por la literatura, escribió sus primeros relatos y los envió al Diario de Pernambuco, que rechazó sus textos porque solo describían sensaciones.[4] Y fue así como a los 19 años escribió su ópera prima, Cerca del corazón salvaje, publicado en 1944 y ganadora en 1945 del premio Graça Aranha.
Luego de esta publicación le sucedió la novela La lámpara (1946) y La ciudad sitiada (1949) en los años 40. En la década de los 50 permaneció ocupada por cuestiones diplomáticas a causa de su matrimonio con Maury Gurgel Valente, de quien tuvo dos hijos y luego se separó en 1959.[5] Sin embargo, en las décadas de los 60 y 70 fue cuando su trabajo se tornó más prolífico, y acaso el más incomprensible. De la década de los 60 se pueden resaltar novelas como La manzana en la oscuridad (1961), La pasión según G. H. (1964) y Un aprendizaje o El libro de los placeres (1969).
            En la década de los 70 la obra de Clarice se torna cada vez más abstracta e íntima. Es, quizás, uno de los momentos más álgidos en su carrera escritural, puesto a que transgrede cualquier norma estilística con tal de alcanzar esa reproducción sensorial que la caracterizó durante sus inicios.[6] De estos últimos años se destacan obras de gran calidad estética como La imitación de la rosa (1973), Agua viva (1973), La hora de la estrella (1977, año de su muerte) y la póstuma y avasallante Un soplo de vida (Pulsaciones) de 1978. Fue en esta década en la que Lispector presentó, específicamente en el año 1974, una colección de cuentos que aún hoy en día han sido difíciles de clasificar: El vía crucis del cuerpo.[7] Clarice afirma en la explicación de este libro de cuentos (que bien podría ser tomada como una narración más de la colección):
Álvaro Pacheco, mi editor en Artenova, me encomendó que escribiera tres historias que, según me pidió, hubiesen sucedido realmente. (…) Le respondí que no sabía escribir historias por encargo. (…) La conversación telefónica fue el viernes. Comencé el sábado. El domingo por la mañana las tres historias ya estaban listas: “Miss Algrave”, “El cuerpo” y “Vía crucis”. Yo misma estaba asombrada. Todas las historias de este libro son contundentes y quien más sufrió fui yo misma. Quedé shockeada por la realidad. (…) Quiero solo avisar que no escribo por dinero y sí por impulso. Van a arrojarme piedras. Poco importa. (25)
            La misma Clarice estaba consciente de que este libro sería un balde de agua fría para sus lectores y, sobre todo, para la crítica. Ella estaba dispuesta a aceptar las consecuencias de sus contracciones artísticas. Empero, lo que en su momento fue considerado como “la hora de la basura”[8] es objeto en la actualidad de múltiples interpretaciones y análisis semióticos y críticos. En este sentido, Gonzalo Aguilar afirma que al momento de publicar este libro de cuentos, Clarice se encontraba en un instante delicado en su carrera, pues Agua viva había resultado ser un libro con críticas divergentes, y ahora presentaba esta colección de cuentos “llenos de interrupciones y digresiones, obsesionados con la vida sexual de sus personajes y escritos en un estilo taquigráfico y sin ornamentos”.[9]
            Y no fue para menos. Aguilar comparte que tanto la revista Veja como el Jornal de Brasil criticaron duramente y de forma peyorativa la publicación de este libro de relatos. La revista mencionada dijo que el libro era “lixo” (“basura”) y un “lanzamiento inútil”. El periódico señaló que “habría sido mejor no publicar el libro a tener que defenderse con ese falso desprecio por ella misma como escritora”.[10] Y estas son solo algunas de las críticas que recibió en aquel entonces. Empero, la más dura de todas fue el silencio absoluto. Vilma Areas afirmó en 2005 que hasta ese instante se comenzó a hablar académicamente de este libro.[11]
            El primer cuento es “Miss Algrave”, la historia de una mujer virgen que es visitada por Ixtlan, un ser de otro planeta, con quien tiene relaciones sexuales épicas. Ella se enamora de él y del sexo que tienen, y a raíz de esto su vida retoma emoción y sentido. Incluso decide provocar a su jefe, renunciar y ofrecerle sexo. Todo esto para tomar “un baño purificador de todos los hombres para estar lista para el festín con Ixtlan”. (34) En este relato Lispector reproduce la epifanía de Ruth Algrave al descubrir el sexo de una forma extraordinaria. No hay detalles del encuentro sexual a nivel visual: no sabemos cómo la penetró, de qué tamaño era su miembro, cómo fueron los movimientos. Lo que conocemos es la pasión y la intensidad de la epifanía final. Ruth se convierte en una mujer insaciable gracias a esa experiencia irrepetible que agita las células más recónditas de su ser y le muestra lo desconocido como algo extraordinario.
            Aquí Lispector trabaja con la sensualidad y la fantasía de conocer algo ajeno a la realidad. El sexo se convierte en el catalizador de motivaciones que van más allá de los límites socialmente aceptados. Ruth es otra después del sexo con Ixtlan y percibe, incluso, la vida diferente y con matices vivaces. Es capaz de dejar la vida que ha conocido por la espera de un nuevo encuentro con este ser de luz proviniente de otro planeta. La sexualidad es completamente libre en este relato. La mujer se empodera cuando conoce el placer y busca maneras de replicar esos compases primitivos.
            “El cuerpo” es un relato sobre un hombre bígamo: Xavier, Carmen y Beatriz. “Era una cada noche. A veces, dos por noche. La que sobraba se quedaba mirando”. (35) Este cuento toca con sutileza el erotismo. Inclusive del homoerotismo expreso en los encuentros de Carmen y Beatriz: “A veces, las dos se acostaban en la cama. El día era largo. Y, a pesar de no ser homosexuales, se excitaban una a la otra y hacían el amor. Amor triste”. (37) A raíz de estos sucesos, Xavier se encoleriza con sus mujeres y comienza a comportarse de manera diferente e hiriente. Él involuciona: “Xavier comía con malos modales: agarraba la comida con las manos, hacía ruido al masticar, además de comer con la boca abierta”. (37) De esta manera, las mujeres resuelven matarlo y ser felices ellas juntas. Lo entierran en el jardín en total complicidad. Finalmente, el secretario de Xavier sospecha por su ausencia y se presenta con la policía en su casa para constatar, por boca de las mujeres, el asesinato y entierro de su jefe. Es así como las mujeres son absueltas y enviadas a comenzar una nueva vida en Montevideo.
            Este cuento trabaja con la deshumanización de las instituciones sociales. Desde el inicio, cuando se conoce que se habla de un matrimonio tripartito, se está proponiendo un diseño de vida sentimental y sexual que, al menos en occidente, está totalmente prohibido a nivel moral, social y religioso. Clarice transgrede la norma y propone una felicidad a tres voces. Sin embargo, el machismo está presente cuando el hombre niega la posibilidad a las dos mujeres de tener placer ellas juntas. La mujer se trabaja desde la mente de Xavier como un mero objeto que no puede sentir placer más que por obra suya. Ellas son propiedad de él, pero no pueden ser libres juntas. Por lo tanto, el papel de las mujeres asesinas es coronarse como triunfadoras ante un esquema hegemónico en el cual el hombre es el único con derecho y poder sobre sus objetos del placer.
            Ahora bien, el relato “Vía crucis”  narra la historia de Maria das Dores, quien concibe sin haber sido tocada por su esposo. Por citado milagro, tanto ella como su marido aceptan el destino divino. Esperan y esperan mientras se relata una espera cadenciosa y llena de conmiseración: “Le parecía que si le diese a su hijo el nombre de Jesús, cuando fuese hombre, él sería crucificado. Era mejor darle el nombre de Emmanuel. Nombre sencillo. Nombre bueno”. (45) Maria das Dores da a luz a un niño entre la paja. El narrador es categórico: “No se sabe si esa criatura tuvo que pasar por el vía crucis. Todos pasan”. (46)
            Aquí Lispector retoma el tema de la religiosidad cristiana. A pesar de haber sido criada en el seno de una familia judía, Clarice conoce y reconoce la tradición cristiana y a lo largo de su carrera literaria insiste en la temática de esta religión. El simbolismo de la virgen embarazada de forma inmaculada y de cómo esta mujer y su marido buscan replicar el nacimiento del Mesías retratan una perspectiva irónica de una de las historias más contadas de todos los tiempos. Hay algo satírico en su planteamiento, pero lo hace con respeto y sutileza..
            “El hombre que apareció” es una narración que transcribe el encuentro de una escritora (¿Clarice?) con un viejo amigo, en el relato llamado Cláudio Brito. Cuenta cómo se encuentran en una abarrotería cuando ella baja a comprar cigarrillos, y también cómo conversan y se actualizan en la sala de la protagonista. El cuento “Mientras tanto” es una divagación sobre una tarde cualquiera: “Vivir tiene esas cosas: de vez en cuando uno se queda en cero. Y todo eso es mientras tanto. Mientras se vive”. (57) Hay en esta historia una referencia al verso de Stéphane Mallarmé: “Carne débil y yo no leí todos los libros”.[12] (59) Hay algo existencial en estos dos relatos, algo que invita a la filosofía parsimoniosa y enteramente humana.
            En “Plaza Mauá” se narra la historia de una cabaretera, Luísa, cuyo nombre de guerra era Carla. Ella es una bailarina en el club Erótica. Nunca convive con su esposo, Joaquim, pues sus horarios de trabajo se traslapaban. Emborrachaba a los clientes y los hacía gastar dinero para recibir sus comisiones. Tenía un amigo, Celsinho: “Celsinho era hijo de familia noble. Había abandonado todo para seguir su vocación. No danzaba. Pero usaba lápiz labial y pestañas postizas. Los marineros de la Plaza Mauá lo adoraban”. (72) Él tenía un hijo y nunca le faltaba nada. Cierta noche llegó un guapo hombre, muy masculino, al Erótica y tanto Celsinho como Carla lo desearon. Ese hombre preferió a Celsinho que a Carla, la cual muy afectada le reclamó a Celsinho:
-          Es tan bueno bailar con un hombre de verdad.
Celsinho reaccionó:
-          ¡Pero vos no sos una mujer de verdad!
-          ¿Yo? ¿Cómo que no lo soy? (…)
-          ¡Para nada sos una mujer! – gritó Celsinho - ¡Ni siquiera sabés romper un huevo! ¡Yo sí sé! ¡Yo sé! ¡Yo sé! (74)
Carla se transforma en Luísa y escapa de la fiesta con toda su feminidad herida de muerte. El tema de género está presente de forma explícita: un varón puede ser más mujer que una hembra biológica. La construcción de la identidad de género se manifiesta en un relato simple, en todo su esplendor.
            Ahora bien, el relato “La jerigonza” narra la historia de Maria Aparecida y cómo esta se escapa de ser violada y asesinada por dos hombres en el tren camino a Río. Iba a tomar un avión a Nueva York, donde trabajaría. Cuando descubre que los hombres en el vagón del tren hablan de ella en jerigonza ella comienza a actuar vulgarmente, como loca, para amedrentarlos. Lo único que consigue es que la seguridad del tren la expulse. Luego de unos días ve en el periódico que una joven fue violada y asesinada por dos hombres en el mismo tren del que fue expulsada.
            Finalmente, el cuento “Pero va a llover” relata cómo Maria Angélica de Andrade, una mujer de sesenta años, es constantemente asaltada por su amante Alexandre, de diecinueve. La mujer está dispuesta a darle todo lo necesario al joven para que este tenga relaciones sexuales con ella y se quede a su lado. Lo conoce cuando pide unas medicinas a la farmacia y se siente inmediatamente atraída por él. Es así como lo engancha: con dinero y obsequios. El chico abusa de los deseos de la anciana, pero un día le pide un millón de cruzeiros. Maria Angélica le pide piedad y le dice que no tiene esa cantidad de dinero. Él, en un arranque de ira se va de la casa. El cuento finaliza con la protagonista emocionalmente desamparada y destruida pensando que lloverá.
            El tema de género está presente en todos los relatos de una u otra forma. La mayoría de los personajes son mujeres que buscan hacerse un espacio en una estructura social patriarcal y hegemónica. Estas mujeres transgreden la norma social en la mayoría de cuentos[13] y devienen en seres empoderados e iluminados que encuentran su camino, por más duro que este sea. Y esa es la epifanía de estos cuentos: todos los protagonistas encuentran una verdad y, por más triste o desesperanzadora que esta sea, la asumen.
            Quizás la crítica en aquellos años no había descubierto el lenguaje simbólico detrás de estas narraciones toscas y desligadas de la prosa colorida a la que Lispector había acostumbrado. Sin embargo, hoy es momento de tomar nuevamente estos relatos y trabajarlos desde la teoría que plazca. Sin duda alguna mucho podrá encontrarse de nuevo, y seguramente nuevos puntos de vista verán la luz. Pero queda claro que la obra narrativa de Lispector es siempre un lenguaje metafísico, un parto lingüístico y un misterio que busca volverse cada vez más enigmático.
           



Obras citadas

AGUILAR, Gonzalo. Mundo perro, mundo porno, mundo abrigo: El vía crucis del cuerpo. En: El vía crucis del cuerpo. 2011. p. 7 – 17. Primera edición. Buenos Aires, Argentina: Corregidor.

AREAS, Vilma. Con la punta de los dedos: El vía crucis del cuerpo. En: El vía crucis del cuerpo. 2011. p. 87 – 120. Primera edición. Buenos Aires, Argentina: Corregidor.

BERTAZA, Juan Pablo. El lado oculto del corazón. Página 12. 26 de agosto de 2012. Página 12. Octubre de 2012 http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4775-2012-08-26.html.

LAZCANO ECHEVESTE, Paola. Clarice Lispector: Una constante búsqueda de conciencia. Síncope: Cono sur y sus chispas caribeñas. 2012. Revista Síncope. Octubre de 2012 http://www.revistasincope.com/site/2012/08/15/clarice-lispector-una-constante-busqueda-de-conciencia%E2%80%A2-por-paola-lazcano/.

LISPECTOR, Clarice. El vía crucis del cuerpo. Buenos Aires, Argentina: Corregidor. 2011.

LISPECTOR, Clarice. La hora de la estrella. Buenos Aires, Argentina: Corregidor, 2011.

NAMORATO, Luciana. Clarice Lispector y la crítica. Indiana University. 2011. p. 199 – 202. Disponible en Internet: http://revistas.concytec.gob.pe/pdf/letras/v82n117/a15v82n117.pdf

SEGARRA BÁEZ, Iván. Clarice Lispector y la (re) lectura de su personalidad ante las tendencias narrativas de América Latina y el Brasil artístico contemporáneo. Proyecto Patrimonio. 2005. Proyecto Patrimonio. Octubre de 2012 http://www.letras.s5.com/cl160405.htm.




[1] La ópera prima de Lispector fue acreedora al premio Graça Aranha en 1945, cuando la autora tenía 25 años. Para más sobre este y otros datos sobre los premios obtenidos por Clarice Lispector, se sugiere: Lazcano Echeveste, Paola. "Clarice Lispector: Una constante búsqueda de conciencia." Síncope: Cono sur y sus chispas caribeñas. 2012. Revista Síncope. Octubre de 2012. http://www.revistasincope.com/site/2012/08/15/clarice-lispector-una-constante-busqueda-de-conciencia%E2%80%A2-por-paola-lazcano/.
[2] Luciana Namorato afirma que en la década de los 70, el reconocimiento de Lispector más allá de los círculos literarios brasileños coincisió con su descubrimiento en Francia por Héléne Cixous. Namorato ahonda profundamente en la crítica y Clarice Lispector en su ensayo Clarice Lispector y la crítica, disponible en Internet: http://revistas.concytec.gob.pe/pdf/letras/v82n117/a15v82n117.pdf
[3] Según Gonzalo Aguilar, en el ensayo La intensidad de los perros vagabundos: Introducción a La hora de la estrella, que se incluye en: Lispector, Clarice. La hora de la estrella. Buenos Aires, Argentina: Corregidor, 2011. Página 6. Aguilar afirma que había cierta confusión sobre su edad, alentada por ella misma, pero que después fue corregida y aclarada en sus biografías.
[4] Juan Pablo Bertazza incluye en su nota El lado oculto del corazón una entrevista que Alfonso Romano de Sant’Anna realizó a Clarice Lispector en la que ella misma afirma que los jueves, en el Diario de Pernambuco, publicaban cuentos infantiles. “Yo no me cansaba de mandar mis cuentos, pero nunca los publicaban, y yo sabía por qué. Porque los otros decían: “Érase una vez y esto y lo otro…”. Y los míos eran sensaciones”. 
[5] Segarra Báez, Iván. "Clarice Lispector y la (re) lectura de su personalidad ante las tendencias narrativas de América Latina y el Brasil artístico contemporáneo." Proyecto Patrimonio. 2005. Proyecto Patrimonio. Octubre de 2012. http://www.letras.s5.com/cl160405.htm.
[6] Esta búsqueda por la perfección formal de la autora puede comenzar a percibirse en Un aprendizaje o el libro de los placeres; sin embargo, es hasta Agua viva que puede hablarse de la epifanía estilística en Lispector.
[7] LISPECTOR, Clarice. El vía crucis del cuerpo. Buenos Aires, Argentina: Corregidor. 2011. Todas las citas que provienen de este libro y edición serán indicadas por el número de página entre paréntesis. El prefacio del traductor, Gonzalo Aguilar, así como el estudio crítico de Vilma Areas que contiene esta edición, son citados como capítulos aparte y se especifica su procedencia con pie de página y entre las obras citadas.
[8] Lispector, en la explicación mencionada, afirma que también existe en su literatura aquello que la gente llama basura: “Una persona que leyó mis cuentos dijo que eso no era literatura. Era basura. Concuerdo. Pero todo tiene su hora. Está también la hora de la basura”. (26)
[9] AGUILAR, Gonzalo. Mundo perro, mundo porno, mundo abrigo: El vía crucis del cuerpo. En: El vía crucis del cuerpo. Página 10.
[10] AGUILAR, Gonzalo. Mundo perro, mundo porno, mundo abrigo: El vía crucis del cuerpo. En: El vía crucis del cuerpo. Ambas citas del párrafo corresponden a la página 11.
[11] AREAS, Vilma. Con la punta de los dedos: El vía crucis del cuerpo. En: El vía crucis del cuerpo. Página 95.
[12] El verso de Mallarmé dice: “La carne es triste y yo he leído todos los libros”, del poema Brisa marina.
[13] Para fines del presente ensayo he dejado fuera los cuentos “Él me bebió”, “Día tras día”, “Ruido de pasos”, “Antes del puente Río-Niteroi” y “Mejor que arder”, no por falta de merecimiento.