jueves, 14 de marzo de 2013

Sobre el poema "Interrogaciones", de Gabriela Mistral


         Hablar de la poesía de Gabriela Mistral es hablar de poesía meticulosa y de gran calidad estética. No cabe duda que la obra poética de la chilena es fundamental en cualquier estudio o antología referente a la lírica hispanoamericana. Hacer el intento por comprender sus textos es una tarea que requiere un conocimiento exhaustivo de su vida, de su obra y del contexto que ella conforma. No en vano la misma Gabriela afirmó que “…nadie comprende a nadie y por lo tanto nadie debe tratar de explicar a nadie”.[1] Aceptando la indiscutible razón de esta cita, resulta siempre que las interpretaciones que se dan de una obra, un texto o un poema son variadas y afectadas de forma directa por la vivencia personal del crítico o el lector, mas por ello no significan para nada intentos poco merecedores de atención. En este comentario haré referencias al ensayo Gabriela Mistral: La aceptación del dolor necesario, de Eva Valcárcel[2], para complementar alguna información de interés sobre Mistral y, particularmente, sobre esta rama de su poesía, lo que yo llamo la poesía del dolor.[3] En este sentido, Valcárcel afirma:
El dolor marca su propio estilo literario, persiste en la elaboración metafórica, en la ausencia de brillo, en la sencillez buscada con vocación ascética y lograda como humilde desposesión y acercamiento a Dios. Su poesía es rítmica, pero es sobria, es contenida en su dramatismo. (3)
El poema Interrogaciones es un ejercicio del dolor. Aquí, Mistral amalgama su profunda fe cristiana con la cuestión de la existencia, específicamente con el fin de la existencia por la propia mano. El tema central es la muerte, pero no una muerte cualquiera. Es una muerte sublime, dramática y premeditada. De esta manera, la voz poética de Gabriela se atreve a preguntarle al que ha aceptado como su Señor “¿Cómo quedan durmiendo los suicidas?”. Es con esta frase que el poema abre paso a una serie de interrogaciones, una serie de preguntas a Dios. Preguntas que provienen de una curiosidad casi infantil que se traslada a un lenguaje adulto: “¿O Tú llegas después que los hombres se han ido, / y les bajas el párpado sobre el ojo cegado, / acomodas las vísceras sin dolor y sin ruido / y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?”.[4] En este sentido, Valcárcel afirma:
El yo lírico no grita ni trata de huir de la desgracia, sino que prefiere explicarla y aceptarla como posible vía de ascensión espiritual. (…) Como poeta está perfectamente instalada en el mundo de la carne, la sangre y las materias. (3)
Personalmente, percibo que en las primeras seis estrofas la voz poética de Gabriela intenta plantear una situación con base en interrogantes, tal como Job en la Biblia.[5] Hay una especie de empoderamiento cuando finalmente se atreve a plasmar en preguntas precisas un sentimiento que, desde mi perspectiva, la atormenta. Es así como este poema, a primera vista, es un poema de dolor. Este dolor se resuelve con la propia formulación de las preguntas. ¿Acaso no se siente un gran alivio cuando finalmente se logra definir algo o, al menos, definir qué es lo que se pretende conocer?
Vemos a Gabriela como una mediadora que pide por los suicidas a Dios.[6] Las mismas interrogaciones son una especie de reflexión íntima sobre los misterios del Señor. ¿Es Él quien conoce el destino trágico del suicida? ¿Ya lo ha perdonado al ser Él conocedor de todo lo pasado, presente y futuro? ¿Es Dios mismo el que predestina este momento aciago y, por tanto, quien consuela y recibe en brazos al ejecutor? Cada verso de las primeras seis estrofas presenta interrogantes humanas relacionadas con la muerte y el suicidio, pero de una forma sublime y minuciosa. Una forma única y perspicaz de exponer una problemática tan terrenal y ascenderla a lo divino. Con relación a esto, Valcárcel afirma:
Aunque la espiritualidad profunda forma parte esencial de sus versos, su sentimiento de desposesión no el de un místico y sus poemas nunca persiguen el silencio sino una explicación, una mirada, una respuesta que le sirva para seguir aceptando su vida y la de los otros. (4)
            Ahora bien, en las últimas dos estrofas, Gabriela pretende resolver las interrogantes respondiéndose a sí misma con base en su propia percepción de Dios y de su amor. La voz lírica de Mistral asegura conocer los misterios de Dios: “(…) mas yo, que te he gustado, como un vino, Señor, / mientras los otros siguen llamándote Justicia, / ¡no te llamaré nunca otra cosa que Amor!”.[7] Esta voz poética encuentra consuelo en sus propias palabras, las cuales procuran invocar la compasión del Señor y dejan ver una especie de seducción espiritual por medio del halago.
            Finalmente, en la última estrofa, Gabriela confirma la condición humana y la condición terrenal. Ella es una intercesora. Exalta a Dios y media por el género humano, específicamente, por los suicidas, por los que han confrontado las leyes divinas. Manifiesta un profundo dolor al intervenir expresamente, quizás por una experiencia cercana, en este caso, el suicidio de Juan Miguel (Yin Yin), su sobrino, al que amaba como hijo propio.[8]
            El poema Interrogaciones es, pues, un poema que amalgama el dolor con la espiritualidad y la fe. Una suerte de oración expresada con fervor a manera de intercesión. No conoceremos la verdad de esta construcción lírica, y quizás lo mejor sea no conocerla para promover múltiples interpretaciones y discusiones semióticas y académicas. Sin embargo, la voz poética de Mistral no será cesada por meras expectaciones, como no será cesado el espíritu conciliador entre Dios y la humanidad presente en su poesía.




[1] Tanto la académica Eva Valcárcel en su ensayo “Gabriela Mistral: La aceptación del dolor necesario”, como Jaime Concha en  su libro “Gabriela Mistral”, eligen esta cita de la autora para iniciar una discusión teórica sobre su obra poética. Ambos críticos coinciden en que aún aceptando y comprendiendo este razonamiento, es necesario tratar de explicar las lecturas que tienen de la poesía de Mistral. Personalmente, concuerdo con estos autores, y me aventuro también a la interpretación subjetiva que es para mí uno de los fines concretos de la literatura y, especialmente, de la poesía.
[2] Valcárcel, Eva. "Gabriela Mistral: La aceptación del dolor necesario. Ensayo para una poética y noticia de los poemas que publicó en Galicia." Cuadernos de estudios gallegos 1997: Tomo XLIV, Fascículo 109. Todas las citas de esta obra se indicarán con el número de página entre paréntesis.
[3] Llegué a esta conclusión después de haber leído algunas antologías poéticas de Gabriela Mistral en la adolescencia y tiempo después, pues noté que su poesía se diversifica en cinco ramas temáticas: la poesía femenina (referente a la maternidad y a la feminidad), la poesía mística (que se relaciona con su fe católica), la poesía romántica (referente a al amor, a la pasión, la fidelidad y el romance), la poesía escolar (relacionada con la educación y los niños), y la poesía del dolor (poesía con tintes existencialistas, fatalistas y de desilusión hacia la vida). Hay, también, poemas que se salen de estos cuatro cuadros, pero percibo que la mayor parte de sus textos poéticos encajan bien en estas clasificaciones. El poema Interrogaciones, por ejemplo, es una amalgama entre poesía del dolor y poesía mística.
[4] Mistral, Gabriela. “Interrogaciones”. Poema.
[5] Este libro forma parte del Antiguo Testamento y narra la historia de Job, un hombre de fe a quien Dios pone pruebas inclementes. Desesperado, Job reacciona ante Dios y lo confronta e interroga. Para algunos teóricos, como Luis Alonso y José Luis Sicre, el libro de Job es una obra poética que trata el tema del sufrimiento del inocente. Para ver más de este tema: Alonso, Luis y Sicre, José Luis. “Job. Comentario teológico y literario”. Madrid: Ediciones Cristianidad. 2002.
[6] Carmen Alardín, de la UNAM, afirma esto en una nota introductoria referente a la poesía de Mistral. Para ver más de este tema: Alardín, Carmen. “Nota introductoria”. UNAM. S/D. http://www.materialdelectura.unam.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=144&Itemid=1
[7] Mistral, Gabriela. “Interrogaciones”. Poema.
[8] Doris Dana afirmó que, en postrimería, Gabriela Mistral le confesó ser la madre biológica de Yin Yin. Sin embargo, no ha sido comprobado de ninguna forma. Para profundizar en este tema, ver: Vargas Saavedra, Luis. “Gabriela Mistral: ¿Tía o madre de Yin Yin?”. Revista de Libros. 20 de noviembre de 1999. Disponible en Internet: http://www.letras.s5.com/gabriela220303.htm